“La adolescencia es una etapa complicada.”
¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Cuando el río suena… adolescencia
En consulta, muchos padres de adolescentes nos hacen este comentario, realmente preocupados por la evolución y conducta de sus hijos, y en muchos casos, invitamos a estos padres a recordar esa etapa de su vida. Si bien es cierto que existen adolescentes con más y menos complicaciones, es una etapa de transición, repleta de cambios. A estos cambios no sólo deben adaptarse los propios adolescentes, sino también sus padres y todo su entorno.
La adolescencia es la etapa en la que dejamos de ser niños, para convertirnos en adultos, con todo lo que ello implica a nivel físico y mental. Y son todos estos cambios los que pueden estar detrás de alguno de los problemas que pueden surgir en esta etapa de la vida.
Imagen extraída de www.pexels.com
Si estás leyendo este post con la intención de encontrar la fórmula magistral, lo sentimos mucho, no la tenemos. De hecho, recomendamos que desconfíes de quien dice tenerla. No existe. Cada persona, cada familia, cada caso… ¡un mundo!
Sin embargo, sí nos atrevemos a dar algunas pinceladas, algunos consejos generales que pueden orientar sobre cómo llevar mejor esta etapa como padres. Aunque esperamos que resulten útiles, recomendamos que ante situaciones más problemáticas se recurra a la ayuda de un profesional que pueda profundizar en el caso y hacer las recomendaciones específicas necesarias. Nuestro decálogo es el siguiente:
1.- Somos modelo de conducta. Esto quiere decir que debemos “predicar con el ejemplo”. Si queremos que nuestro adolescente no grite, no insulte, no esté pegado al móvil todo el día… no recomendamos que lo hagáis como padres. Del mismo modo, si queréis que hable con respeto, que sea generoso o que sea ordenado, debéis serlo vosotros primero. Obviamente, sólo con esto no es suficiente, pero es, sin duda, uno de los aspectos más importantes.
2.- Sí es sí, y no es no. La firmeza es algo importante, dado que de lo contrario se generan algunas situaciones más ambiguas que conducen irremediablemente a conflictos. Por ello, debemos ser firmes y cumplir lo que decimos. No se trata de imponer nuestro criterio, si no de cumplir lo pactado.
3.- Reducir la arbitrariedad al máximo. La toma de decisiones suele ser un proceso complejo, especialmente con adolescentes. Por ello recomendamos que se establezcan una serie de normas en la casa y que se cumplan. Si cada día tenemos que tomar la decisión de ver o no la tele durante la comida, de la hora en la que se empieza a hacer deberes… cada día tendremos un conflicto, con el cansancio y la frustración que implica para ambas partes. Es mejor tomar decisiones (una vez) sobre las normas cotidianas y cumplirlas. Sin más. Esta toma de decisiones puede hacerse entre todos, porque son para todos.
4.- El cariño no es una moneda de cambio. La adolescencia es una etapa en la que pueden surgir muchas inseguridades y dudas, por ello, debemos tratar de mostrar un comportamiento afectuoso. No podemos olvidar que todos necesitamos un elogio, un abrazo… una muestra de cariño. Los adolescentes, por supuesto, también y su mal comportamiento o los diferentes conflictos que tengamos con ellos, no pueden ser un motivo para no dárselo.
5.- Ser concreto en las directrices que se ofrecen. Esto quiere decir que tenemos que concretar al máximo lo que le decimos a nuestros adolescentes. Por ejemplo, sustituir el “ya veremos, si te lo mereces irás” por el “cuando termines tus deberes puedes irte”. Al final, se trata de que el adolescente tenga muy claro lo que se espera de él y el beneficio que va a obtener cuando lo cumpla.
6.- La paciencia, una gran aliada. Los cambios requieren tiempo y constancia, suelen darse de una forma progresiva. La adolescencia es una etapa de muchos cambios y aunque como padres tengamos la sensación de que han aparecido de un día para otro, no lo han hecho. Es posible que por mucho que seamos modelo de conducta, firmes, concretos… los cambios no aparezcan de una manera inmediata. La solución infalible: paciencia y constancia.
7.- Ser un equipo consistente. Como padres, no debéis contradeciros en presencia del adolescente porque resta autoridad. Es por ello que el debate sobre las medidas a tomar o el comportamiento a mostrar, debe tenerse en privado, nunca en su presencia.
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8.- No es necesario supervisarlo todo. El salto a la vida adulta, pasa irremediablemente por un aumento de independencia. Claro que esto, como todo lo demás, no puede venir de un día para otro. Recomendamos por tanto, que dejéis de supervisar (o superviséis menos) aquellas conductas positivas que están bien consolidadas. No se trata de no observar su evolución, si no de aumentar su sensación de independencia especialmente en aquellos aspectos que domina, e ir retirando progresivamente la supervisión en las conductas o actitudes que tengan una evolución positiva.
9.- Evitar las “etiquetas definitivas”. Debemos corregir el comportamiento cuando ocurre, entendiéndolo como algo que hace nuestro hijo en ese momento, pero que no lo define. Evitar el “eres malo”, “esto siempre lo haces mal”… quitar del vocabulario las etiquetas, los siempres y los nuncas.
10.- Buscar un momento al día para el diálogo. Es muy importante hablar con el adolescente, no sólo de lo que hace bien o mal, si no de las cosas que le gustan como le ha ido el día… al mismo tiempo que nosotros contamos cosas similares. Actualmente solemos disponer de poco tiempo para este tipo de cosas, es por ello importante que busquemos el momento y creemos oportunidades para hablar y pasar un momento agradable en familia.